sábado, 11 de noviembre de 2017

Un gato bajo la lluvia (variación) o En este pueblo es verdadera devoción la que tenemos por Hemingway

Una mujer mira la plaza de un pueblo costero italiano desde el interior de su habitación de hotel. No está sola: sobre la cama un hombre lee. Son los únicos americanos alojados allí, pero no sabemos qué los ha llevado precisamente a ese lugar. Fuera llueve y quizá por eso no han salido hoy, no están en la playa o recorriendo los alrededores.
La mujer repara por primera vez en el monumento  a los caídos; la lluvia lo hace brillar, define mejor sus contornos y aleja la distracción que suponen los visitantes y el pintor que  suele estar allí y apoyar su tela sobre un caballete. La luz grisácea del día ayuda a la mujer a percibir mejor la realidad, a fijarse en la plaza, en la lluvia y en el gato. Mejor dicho, en la gata que trata de hacerse un ovillo bajo la mesa para no mojarse. De pronto ella se da cuenta de que también se hace cada vez más pequeña, de que cada vez se siente más ajena. Lleva demasiado tiempo siguiendo a George en sus viajes, viviendo en hoteles, haciendo siempre lo que él quiere por costumbre, porque ya no sabe qué es lo que ella desea.
Hasta ese momento. En cuanto la ve, sabe que quiere esa gata, que quiere tener algo suyo, algo que la haga sentir, percibir su peso y su calor sobre el regazo, igual que necesita dejarse el pelo largo, notarlo tirante recogido en su nuca.
Decide pasar a la acción y baja a buscar a la gata. Se cruza con el gerente del hotel que la ve salir y manda a una doncella con un paraguas para resguardarla de la lluvia. La gata ha desaparecido; ahora es ella la que se hace pequeña para no mojarse. La doncella nunca la entiende bien pero esta vez sabe leer en ella y se da cuenta de qué es lo quiere. La convence de que vuelva a su habitación antes de ponerse enferma. También el gerente se preocupa por ella, aunque eso no la hace sentirse mejor. En cambio, George le pregunta por la gata casi sin apartar la vista de lo que está leyendo. Ella trata de discutir con él pero no lo consigue:  la manda callar y vuelve a su lectura.
Llaman a la puerta: es la doncella que le trae un enorme gato pardo de parte del gerente. Ella lo mira y piensa que el gato se parece a George y decide que ya no lo quiere.

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